Que cursa con brotes de picor intenso, sequedad, enrojecimiento e irritación. Afecta tanto a niños como adultos, y aunque no es contagiosa, puede impactar significativamente en la calidad de vida de quien la padece.
Realiza un abordaje personalizado para tratar tanto los brotes activos como la prevención a largo plazo, adaptando el tratamiento a la edad, localización y evolución de la enfermedad.
Suele afectar mejillas, tronco, brazos y piernas. La piel aparece seca, con brotes de enrojecimiento y picor.
Lesiones en flexuras (codos, rodillas), cuello y cara.
Zonas como cuello, párpados, manos y pliegues. A menudo con engrosamiento de la piel por rascado crónico.
El tratamiento debe ser continuo y adaptado, combinando cuidados diarios con terapias médicas específicas en los brotes:
Las infiltraciones pueden reducir la inflamación de forma rápida y segura, sin necesidad de aumentar la medicación oral o tópica.
Entiende que la dermatitis atópica no solo se trata durante los brotes, sino que necesita una visión a medio y largo plazo. Por eso, su enfoque combina tratamiento activo, prevención de recaídas y acompañamiento del paciente para mantener la piel lo más estable posible.